viernes, 10 de febrero de 2012

Happyland

Despertarse temprano en vacaciones para ir al mayor parque de diversiones bajo techo no es un desperdicio. La primera atracción que visitamos fue el "Túnel del Terror" (si, con mayúsculas), que de terror no tenía casi nada, a excepción de que no era en carrito y que íbamos tomados de la cintura, corriendo el riesgo de que uno de los maniáticos monstruos tuviese la gana de tocarnos y hacernos algo. Eso y que los menores iban en la parte delantera de la fila.

Por cierto, a la exorcista del túnel se le corría el maquillaje, eso no hubiera importado si ella hubiese haber hecho gárgaras y empezara a caminar como en su película, acercándose a nosotros, de seguro la mayoría se hubiese haber hecho pis. Me decepcioné un poco, al principio mi mente tenía este pensamiento "¡¿Se puede saber por qué has entrado en esta atracción?!", pero en el camino se transformó en este "¡¿Se puede saber donde esta el terror?!". Aunque no esta del todo mal.

También me subí a los carritos chocones, a una extraña atracción cuyo nombre no recuerdo y a muchas otras. En fin, me divertí.

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